En primer lugar, dedicamos esta crítica (muy a nuestro pesar, la primera en mucho tiempo) a la fantástica popcorneadora Emma Briones, que hoy cumple 22 añitos. Perquè ets el motor que fa que tot això segueixi en marxa i perquè ets una gran amiga, aquest és el meu petit regal d’aniversari, continuar donant-li vida a un popcorner que –Com passa el temps!— aviat celebrarà un any!
Maternidades. Bajo esta expresión tan significativa se recogen una serie de imágenes captadas por el fotógrafo Bru Rovira (Premio Ortega y Gasset 2004) que nos muestran sencillamente una madre y un hijo en distintos lugares alrededor del Mundo. El Caixaforum de Madrid acoge esta exposición hasta el 28 de febrero y la enmarca dentro de su Proyecto de Cooperación Internacional.
Una instantánea tan bella como es la de una madre junto a su hijo nos transmite mucho más de lo que apreciamos a simple vista cuando miramos de reojo a las fotografías antes de acceder a la exposición. Y es el propio Rovira el que nos induce a hacer una primera reflexión cuando nos plantea, antes de que iniciemos el recorrido por sus maravillosas imágenes, ¿Qué es la maternidad para nosotros? No respondan todavía. Es difícil, lo sé. Pero si quieren disfrutar de la exposición eviten la tentación de responder al acto. Comiencen a observar las 16 fotografías que componen “Maternidades” con esa pregunta en mente. Sin prisa; escuchen la información que el fotógrafo nos aporta sobre cada imagen. No quiero estropearles la experiencia… sin embargo debemos aclarar que lo que en un primer momento fuera armonía, paz y belleza, adquiere una nueva dimensión con el contexto en que fueron tomadas las imágenes. Unas imágenes que no dejan de ser armoniosas, de paz, o bellas, pero que nos obligan a pasar por la tristeza para llegar a comprender esos elementos. Unas imágenes que irradian amor y logran la empatía por parte del espectador. Rovira nos evoca la maternidad, con una dosis de sencillez y humanismo extrema, aunque para conseguir eso deba llevarnos al terreno del conflicto.
Eso se refleja en una imagen que el fotógrafo captó en Angola y que dio inicio al proyecto “Maternidades”. Reportero de guerra, Bru Rovira cuenta que se encontraba en un campo de refugiados en Kuito y que se encontró con una madre que, ausente de la miseria que la rodeaba, jugaba feliz con su bebé. Al margen de la gente hambrienta, al lado de su cabaña construida con plásticos y cañas, madre e hijo comiéndose a besos. Cómo esta, las demás fotografías ilustran la maternidad como situación bajo la cual cualquier conflicto, ya sea gubernamental (Bombardeo en Belgrado, Refugiados en Rwanda), social (Musulmanes o Intocables en la Índia) o personal (Cárcel, Adicción a las drogas, SIDA), se hace más soportable.
“No hay nada ni nadie que pueda quitar a una ser humano su fuerza interior. Siempre podrás encontrar en tu interior una chispa de humanidad y de belleza a la que cogerte. La relación entre una madre y su hijo pertenece a este universo inmaterial, privado e íntimo capaz de sobrevivir a cualquier situación por muy mal que vayan las cosas”. Con estas palabras el autor nos presenta su visión de la maternidad casi como un ente superior a todo.
Aun así, esta no deja de ser la reflexión que puede plantearse cualquier adulto. Lo interesante de esta exposición es ver como Rovira va más allá, puesto que da a conocer su obra a un público muy distinto, pero que sabe ver las cosas con otros ojos. Una nueva mirada que todavía no entiende de los estúpidos conflictos generados por “los mayores” y que desprende inocencia, ternura y verdad; esa es, la mirada de los niños. Llevando las imágenes a distintas escuelas los maestros y el mismo Rovira asistieron a comentarios que hacían referencia a las emociones, a la importante figura de la madre. Incluso montaban sus propias historias y usando la imaginación se interrogaban sobre la vida de estas madres y sus hijos y en concreto sobre la acción entre los personajes aparecidos en las fotos. Ante la indignación y la tristeza que despiertan en el observador, las frases que los escolares habían ido diciendo en clase y que Bru Rovira incluye en esta muestra conseguían dibujar una sonrisa en el rostro adulto y devolverlo a lo que representaba la imagen en su plano semántico más superficial: una mamá y su hijo, en el más puro acto de amor que existe.
Ahora sí, participen del juego. Cojan uno de los papeles de encima de las mesitas situadas al inicio de la sala. ¿Tienen un bolígrafo a mano? ¿Sí? Pues escriban qué les sugiere la maternidad. Allá va: “Una vez alguien me dijo que ser madre había sido la mayor experiencia de su vida. Que la unión entre una madre y un hijo era algo que no existía con nadie más. Espero poder experimentarlo algún día. T’estimo mama”.