29.4.09

Déjame Entrar



Lat den ratte komma in. ¿Qué tipo de película creéis que puede tener un título así? Suena a una de esas sesudas películas del este, estas que gustan tantísimo a la crítica y aburren tantísimo al público... Pero nada más lejos de la realidad .

Déjame entrar (título con el que se ha presentado en nuestro país) trata sobre algo que está muy de moda últimamente, los vampiros. Pero ojo, abstenerse las alocadas fans de Crepúsculo. Aquí no hay chicos ricos con Ipods y coches de lujo, más bien todo lo contrario.

La historia trata de Oskar, un chico de doce años que vive en un desangelado barrio en Suecia. Allí tiene que soportar el acoso constante de tres compañeros de clase que le hacen la vida imposible. Una noche conoce a una chica, Eli, una nueva vecina cuya llegada coincide con una serie de misteriosos asesinatos. Pronto surge entre ellos una relación de dependencia mutua que se sobrepondrá a las dificultades surgidas a raíz de la naturaleza de Eli.

Es precisamente esta relación el eje principal de la película y una de sus grandes virtudes. Ambos personajes, como decía antes, se apoyan el uno entre el otro para combatir la soledad que rodea sus vidas. Sus encuentros dan como resultado algunas de las escenas con más sensibilidad que podemos encontrar en este género cinematográfico. La sencillez y franqueza con la que el director describe esta amistad también está presente en la descripción del acoso escolar o las relaciones familiares, también piezas fundamentales de Déjame Entrar.

Con ese sólido guión el director se permite experimentar visualmente para seguir rompiendo tópicos del género. Así, va a contracorriente al filmar las escenas más violentas, ya que lo hace con un distanciamiento poco usual. Al contrario que las películas de Hollywood, que se recrean en el sadismo, Déjame Entrar, sin dejar de lado ese toque gore, deja a la imaginación del espectador la gran mayoría de las escenas en las que Eli ataca sin piedad en busca de su codiciada sangre. Sin embargo, a pesar de lo que pueda parecer, la película cuenta con varias escenas que pasarán a la historia del género por méritos propios gracias a su gran carga visual. Me refiero con esto (sin olvidar la combustión espontánea de la mujer o el degollamiento en el bosque) a la impresionante escena final, rodada con un estilo admirable y que conforma el punto álgido de la película en cuanto a estilo y técnica. Tan sólo por entender esa escena en toda su magnitud ya merece la pena los anteriores 90 minutos.

Con ese broche de oro se cierra una de las mejores películas sobre vampiros de los últimos años y, por qué no, de la historia del género, ya que pasarán años hasta que este vuelva a contar con una obra tan adulta y redonda como esta. Lástima.    



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