Rojo. Verde. Rojo. Verde. Rojo. Verde. Y después blanco. Así empieza Blindness (Fernando Meirelles, 2008), la (polémica) adaptación del Ensayo sobre la ceguera de José Saramago (1995). Polémica por lo que ha tardado Saramago en ceder los derechos sobre la novela, polémica porque tras decir que estaba satisfecho con el resultado, Saramago admitió en rueda de prensa que le faltaba la frase clave del libro y polémica porque tiene dividida a la crítica, que no tiene término medio en su opinión.
La película nos sitúa en una ciudad sin nombre, irreconocible, dónde un hombre (Yusuke Iseya) se queda ciego mientras espera en su coche a que el semáforo se ponga verde. Pero es una ceguera distinta a la habitual en los humanos, es una ceguera blanca. A partir de aquí, la ceguera se extenderá como una epidemia por todo el país, manteniendo a los primeros afectados en cuarentena para evitar contagios. Curiosamente, la mujer del médico (Julianne Moore), que se hace pasar por ciega también, en ningún momento dejará de ver.
Partiendo de aquí, Saramago hace en el libro un duro retrato de la sociedad, un análisis de la conducta humana que pierde matices en la narración de Meirelles (guión adaptado de Don McKellar). En Blindness el relato pierde fuerza, pierde impacto, se dulcifica, en una narración más lenta de lo que Meirelles nos tiene acostumbrados (Cidade de Deus, 2002).
La adaptación del guión de Don McKellar se aproxima mucho al original, aunque mezcla situaciones con tal de disminuir el metraje de la película. El guión no pierde la esencia del libro, sus mensajes clave, pero los personajes pierden matices, pequeños detalles que ayudan a entender su comportamiento. Sorpresa inesperada dentro del guión el detalle de la pareja japonesa (Yusuke Iseya y Yoshino Kimura) cuyo diálogo interno se produce en su lengua materna.
La adaptación del guión de Don McKellar se aproxima mucho al original, aunque mezcla situaciones con tal de disminuir el metraje de la película. El guión no pierde la esencia del libro, sus mensajes clave, pero los personajes pierden matices, pequeños detalles que ayudan a entender su comportamiento. Sorpresa inesperada dentro del guión el detalle de la pareja japonesa (Yusuke Iseya y Yoshino Kimura) cuyo diálogo interno se produce en su lengua materna.
Para los personajes, Meirelles se sirve de buenos actores: Julianne Moore transmite la desolación de la mujer del médico con una sola mirada, Danny Glover se mete dentro de la piel del hombre del parche negro reforzando la personalidad reflexiva del personaje (un poco agobiante en los momentos de voz en off) . Al ver a Gael García tienes la sensación de que el papel se ha escrito para él, y sorprende gratamente la actuación de Mark Ruffalo, que nos tiene acostumbrados a comedias (Ojalá fuera cierto, Dicen por ahí), con un papel que recuerda al que tuvo en Olvídate de mí! y del que me atrevería a decir que ésta es una de sus mejores actuaciones.
La película tiene una estética trabajada y llamativa, con una fotografía muy contrastada, que destaca mucho la abundancia del blanco en todos los planos. Además, Meirelles juega con la sensación que produce la ceguera blanca dejando la pantalla en blanco (a veces con alguna sombra borrosa), y así, en algunos momentos, hace intuir más que ver.
Un detalle que destaca en la película son los interiores: pisos de grandes ventanas, llenos de luz, para poder ver, así Meirelles refuerza la idea constante de que ya estamos ciegos porque no sabemos ver. Además, el director utiliza los cristales también dentro del manicomio, jugando con los reflejos, con la sombras, haciendo que el espectador no mire, sino que vea.
La Banda Sonora del film (Marco Antônio Guimaraes) es minimalista, discreta, muy acorde a los juegos de contrastes de la imagen. Aunque aparece en pocas escenas, potencia los puntos de tensión máxima.
Pero Blindness sabe a superproducción hollywoodiense, y esto hace perder fuerza y contundencia al relato. Una película que debería hacer reflexionar al espectador se convierte en otro thriller más de la industria. Fernando Meirelles sabe dar más de lo que da en Blindess, pero se ha olvidado de cómo hacerlo.
Quantes vegades he anat al cinema per veure una adaptació d'un llibre que havia llegit i he sortit decepcionada! Hauríem de ser una mica conscients de les dificultats d'adaptar una obra literària al cinema (entre elles això que comentes del metratge) a l'hora d'anar a veure una pel·lícula i potser centrar més la nostra atenció en els recursos que ha utilitzat el director per recrear una escena o una altra, la banda sonora, etc... Però d'aquí a tergiversar l'argument (recordo ara el final de "El codi Da Vinci", per no parlar del fenomen "Harry Potter", etc) hi va un gran pas!
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